Una de las preocupaciones más importantes de esta sociedad actual y desde hace un par de décadas ha sido el cuidado y protección del medio ambiente. He aquí donde aparece la «eco-imagen» como estrategia para el consumo.
Los productos biodegradables derivados de los movimientos ecológicos, la producción amigable, la reutilización de materiales y el bajo impacto para el ecosistema, son hoy la guía fijada por las empresas y sus sofisticadas «nuevas líneas de producción». La potente aparición de movimientos como Greenpeace y WWF, entre otros movimientos y organizaciones, ha logrado poner en el tapete la temática medio-ambiental en la mente del común de las personas. Esa preocupación extendida y difundida en todo el mundo por el cuidado y bienestar del planeta, ha obligado a que la cadena: empresa-producto-consumidor se vea forzada a replantearse y redefinirse dentro del nuevo orden emergente de consumo.
Ante este escenario, el contexto del consumo parece, en algunos casos privilegiar al producto que ha sido concebido bajo un enfoque humano, sostenible y reutilizable. Puede ser esta una estrategia comercial, principalmente cuando los productos dejan en evidencia su ya comentada y desenmascarada obsolescencia programada. El interés de comercialización de muchas empresas está construido en torno al incentivar un consumo cada vez más inconsciente y mecánico (tirar, comprar, tirar).
Sin duda esta estrategia de consumo se puede confrontar al observar equipos o productos de comunicación que se lanzan al mercado cada dos o tres meses bajo el concepto de innovación incremental, donde los cambios en el producto son mínimos, pero para el consumidor «tecno-fanático» representan una oportunidad única de mantenerse actualizado. Muy poco tiempo después tendrá que nuevamente remplazarlo contribuyendo a ciclos de vida cada vez más cortos. También es el caso de las baterías y bombillas que pierden su capacidad a los doce meses de uso y equipos computacionales que después de un año resultan imposibles de actualizarse o que han sido concebidos y fabricados bajo el concepto de horas-uso.
La obsolescencia programada en la producción nos obliga a preguntarnos sí realmente existe una verdadera responsabilidad social y ambiental por parte del sector empresarial y sus fábricas, o por el contrario no es más que un planteamiento falso, que tiene como propósito confundir al consumidor, quien observa inerte cómo la eco-imagen, de una empresa o producto se ufana de sus cualidades eco-amigables, mientras de manera planificada edifica sofismas y tretas de incentivación de consumo.
Casos de Green Design
Dado lo anterior comentado, hace su aparición en la escena del consumo mundial la idea del Green Design, entendido como estrategia de producción industrial bajo las premisas de la producción amigable, la reutilización de materiales y el bajo impacto ambiental. Dentro de esta línea de productos se pueden destacar proyectos poco conocidos como los de la empresa Brandimage: botellas de papel a partir de material reciclado y la línea de zapatos biodegradables de Oat Shoes. Estos productos encarnan ese sentido verde de conservación y cuidado planetario, y lejos de convertirse en moda son quizá algunas de las primeras muestras de una producción amigable con el entorno, donde la empresa se consolida como alternativa de manera consciente y real.